Cada vez veo con mayor repetición en las pantallas de la prensa “independiente” “castigos” limpiadores del alma, espíritu y conciencia, por delitos penales que la justicia ecuatoriana sanciona en su Código Penal, por execrables como la violación, o por ataques a la sociedad entera como el robo, el cuatrerismo, la usura, la estafa, el abuso de confianza, que son sancionados con agua, ortiga, correa, “purificándolos” o incluso hasta la premiándolos como en el caso de DISPONER QUE EL VIOLADOR DE UNA MENOR SE CASARA CON ELLA COMO CASTIGO, cualquiera dirá que no entiendo la justicia indígena, lo que no entiendo es cómo permitir que estas sanciones que no causan ejemplaridad en los acusados, se sigan imponiendo, aun en perjuicio de la justicia ecuatoriana, que sanciona con penas de privación de libertad, ante esto, como entender que es viable este tipo de justicia.
Más bien debería canalizarse un sistema legal que limite el accionar permisivo y excusador de actos ilícitos a los más vivos, que se dedican a agredir a las comunidades, acometiendo este tipo de delitos con el premio de sufrir unas penas momentáneas que se compensan con la satisfacción de quedarse con los elementos del ilícito, así como la victima de la violación, imaginarse estar en el lugar de la menor que siendo ultrajada, violentada, tenga que soportarlo como cónyuge, bendecido por la comunidad resulta no solo incoherente sino injusto y atentatorio del derecho de la mujer a impedir la violencia contra esta.
Este tipo de acciones alcahuetes, no deben continuar es obligación del estado allanar un camino que limite los actos de la comunidad y facilite la acción de la justicia del estado.
Más bien debería canalizarse un sistema legal que limite el accionar permisivo y excusador de actos ilícitos a los más vivos, que se dedican a agredir a las comunidades, acometiendo este tipo de delitos con el premio de sufrir unas penas momentáneas que se compensan con la satisfacción de quedarse con los elementos del ilícito, así como la victima de la violación, imaginarse estar en el lugar de la menor que siendo ultrajada, violentada, tenga que soportarlo como cónyuge, bendecido por la comunidad resulta no solo incoherente sino injusto y atentatorio del derecho de la mujer a impedir la violencia contra esta.
Este tipo de acciones alcahuetes, no deben continuar es obligación del estado allanar un camino que limite los actos de la comunidad y facilite la acción de la justicia del estado.
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