Sesudas consideraciones, de juristas de apostilla, reformaron la legislación penal de nuestro país, invocando miles de pretextos, como que la fiscalía ya lo hacía, que la fiscalía no podía investigar robos simples o sencillos, que las cantidades determinaran la gravedad de un delito y por fin que, al cambiar la norma, sancionar con menos drasticidad promovería el arrepentimiento del delincuente, permitieron pasar un experimento, por debajo de las barbas de eruditos, genios, probos y profanos también, con la propuesta de una formula, un elixir infalible, ya en su tiempo y en el coloquio cotidiano, exprese mas sinceras dudas ante el cambio, que mas que real avance era un retroceso, es que por Dios, estando en guerra contra la delincuencia, se regalan armas al enemigo y se perdona su agresión constante, como descreído que soy de los cambios jurídicos que hacen los que se hacen llamar jurisconsultos de la nueva ola, espere el proceso para indagar con probidad la acción, al fin y al cabo, si pese a mi análisis, el cambio se hubiera dado, era lógico que debería reconocer mis errores y darme cuenta que al no prever el éxito de esta fórmula, estaba equivocado en mi profesión, sin embargo el tiempo me dio la razón, la primera equivocación monstruosa que se dio, es que con este plumazo erróneo, se permitieron que cientos y cientos de denuncia por estafa, quedaran en la nada y que los denunciados, culpables o no, fueran liberados de culpa, quedando además santificados por obra y gracia del espíritu salvador de un pobre análisis jurídico, luego vendrían las detenciones, sin pruebas, ni testigos, peor devoluciones, y por fin la escuela del hampa, que creció desproporcionadamente ante la bicoca de el premio de siete días de descanso por robar una cantidad determinada, el ladrón, el verdadero canalla delincuente, aprendió a diversificar su accionar y multiplicar sus actos, si pues, ya no robaba en combo, sino por partes, entonces, robaba a uno un celular y lo escondía y al fin del día tenía como diez, igual con los otros robos, tan mal les fue el “parche” que ahora quieren otros parches, como si el poblar la normatividad penal de zurcidos diera resultado, la seriedad se les va de las manos, la legislación penal ecuatoriana, ha dejado de ser, lo que debía ser y es en otras partes del mundo, una norma preventiva sancionadora, que refleje en sus disposiciones lo que la ley prohibe y que siendo actuada pese a dichas prohibiciones, la sanción sería tan ejemplarizadora que el sancionado y los que conociesen de este, darían buena cuenta de la misma, no teniendo ganas de cometerla jamás, sin embargo nuestra norma sancionadora, es diáfana, permisible, buena amiga, confidente, escuela, protectora y hasta posiblemente canonizable, por que quien está inmerso en un proceso penal, dependiendo del lado en que se halle, tiene mas oportunidades, es así que el imputado, acusado, denunciado, tiene muchas pero muchas más posibilidades de salir inocente, que de que se prueben sus fechorías, y como reza en una de las paredes de nuestras cárceles, en las cárceles están los que no tienen dinero, que los demás, pululan por las calles, urge una reforma, actualización, armonización de nuestra norma penal acorde a los tiempos, no importa empezar a esbozar una nueva, mientras tanto borremos los parches que no han servido y actuamos con mayor seriedad a la hora de votar por estas “formulas mágicas” que lo único que hacen es empeorar todo.
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